Subimos al punto más elevado (con dos co...) y nos lanzamos al vacío sin tener en cuenta las consecuencias.
Ruben vuela alto, pero se le olvida sacar el tren de aterrizaje... El pobre
Yo me pico, pero... que les voy a contar que no se puedan imaginar.
Más tarde vinieron los operarios de la estación a desenterrarnos. Rubén perdió dos dedos y de mí sólo encontraron un guante estropeado y un gorro de nieve pastillero.
Por supuesto Ricardo no se lo podía perder. Lo fuimos a buscar al aeropuerto (sin comentarios con respecto a todo lo pasado ese día) y su primer descenso en pista lo celebró con una cocacola (bueno eso parece en la foto).
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